(Continúa de: Madhurakavi)
Nammālvār nació en los bancos del río Tāmraparaṇi cerca de Ālvār Tirunagarī en un lugar llamado Kurukārī. De niño Nammālvār era distinto a otros niños. Parecía que nunca lloraba, jugaba o sentía hambre. Vivía sin tomar leche o comer y no realizaba actos mundanos. Por lo tanto fue también llamado Māran o aquel que es lo contrario a un ser humano normal. El bebé en el vientre, según tradición, es considerado divino y omniciente. Al tocar la tierra un vāyu [tipo de energía] particular llamado śaṭha envuelve al bebé de modo que olvide su naturaleza divina y caiga bajo el hechizo de la ignorancia, y por ello teniedo que superar los sufrimientos de los mortales. Pero Māran llegó al mundo con un Humkāra [sílaba hum] que disipa ese vāyu. Es por eso que le fue permitido preservar las divinas cualidades de omniciencia. De chico llevó una vida muy inusual, sus padres supusieron que podría llegar a ser un niño divino, nacido por decreto de Dios. Doce días después de su nacimiento, por sampradāya (tradición) fue llevado al templo. Se dice que él no abrió los ojos hasta ese momento. Una voz divina le dijo a los padres que dejaran al niño en el hueco de un árbol de tamarindo en el templo. Los siguientes dieciseis años el niño que se sentaba en padmāsana estaba absorto en meditación, hasta que fuera encontrado por Madhurakavi. Nammālvār es considerado uno de los grandes maestros de la tradición India, y sus cuatro trabajos - Tiruvuruttam, tiruvāsiriyam, Periya Tiruvantādi y el último de todos, su obra magna, Tiruvāimozhi son consideradas obras maestras de todos los tiempos.
Kausthub Desikachar
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Próxima entrega: Los Ālvār